jueves, 25 de abril de 2024

El sol, testigo mudo


 

El sol tuvo que apresurarse aquella mañana para colocarse en el lugar que le correspondía; las nubes entraron todas vestidas de blanco como un coro de bailarinas en el escenario y el viento sopló un poco para levantar sus faldas. Todo estaba perfecto aquella mañana de primavera en aquel escenario azul pero no era igual abajo, en la tierra, alli había algo que no funcionaba bien; las personas se habían vuelto locas y se mataban entre ellas. Les daba igual el motivo o si lo había o no, la cosa era matar al contrario que  no sabían muy bien quien era. Destrozarlo todo, envenenar el agua y los cultivos, cualquier cosa valía. El sol se cansó de mirar tanta destrucción sin sentido y apagó su luz, así todo sería más fácil. 

miércoles, 24 de abril de 2024

Un caballero


 

Le llaman loco y él lanza una sonrisa socarrona. Va dejando por el camino trocitos de sabiduría y verdad como migajas de pan dejaba Garbancito. Se enfurece ante la injusticia y se atreve a retar a los más increíbles gigantes. Lleva consigo el amor de su dama como bandera ondeando al viento. Es el eterno amante, el bien amado amigo, el soñador contumaz, y el guerrero sin batalla. Es él, Don Alonso Quijano un héroe trasnochado.

martes, 23 de abril de 2024

Una simple equivocación


 

Él la vio en la otra punta del vagón de metro que a esa hora iba tan lleno de gente como siempre. Llevaba un vestido azul cielo y una coleta, cosa que le extrañó,  un gran bolso lleno de cosas y las deportivas que tanto le gustaban. Aún a esa distancia y a través de la gente podía oler su perfume que le volvía loco. Dos paradas después se bajó del metro y él la siguió. Esa misma mañana un amigo le había confesado que ella se estaba viendo con otro y eso le enfureció. Cogió un cuchillo de la cocina y se fue dispuesto a encontrarla. Salió al aire de la calle siguiéndola con cuidado. Enseguida se dió cuenta de que algunas farolas estaban rotas y no daban luz por lo que casi se alegró pensando que aquello lo haría todo más fácil. Se acercó con sigilo por la espalda y con el brazo izquierdo la agarró por el cuello mientras le ponía el cuchillo en la yugular. Quiso buscar el lunar que ella tenía en ese lugar y se sorprendió al no encontrarlo. También se dió cuenta  que llevaba pendientes en las orejas pero el recordaba que no tenía hechos los agujeros. Esos detalles le hizo dudar por un instante el mismo que aprovechó ella para voltearse y clavarle el estilete que llevaba justo en el centro del pecho. Lo hundió con eficacia en el corazón. Por un instante sus ojos se cruzaron. El comprendió que se había equivocado de persona, ella se dió cuenta que no era quien pensaba. 

lunes, 22 de abril de 2024

Tenemos que hablar


 

Cuando dices todo lo que tienes que decir, con respeto y educación, por supuesto, te quedas  como si te hubieras limpiado las tripas. Te tiras media vida intentando no hablar para no hacer daño y te lo vas guardando todo hasta que el daño te lo haces tú y tienes una perforación de vísceras por donde sale toda la mierda que llevas dentro. No es culpa de nadie como se toma la otra persona lo que le estás diciendo, reitero, que siempre con educación, y si sienta mal pues que siente que bastante llevas aguantado ya. Pero claro, eso suele pasar cuando tienes acumulada cierta cantidad de años y experiencia, cuando te importa ya una higa lo que piensen de tí , y cuando tu salud mental y emocional va por delante de todo y de todos. A mí no me gusta el sincericidio porque no veo bien eso de ir soltando por ahí lo que piensas sin ton ni son, pero, oye, que te lleven media vida dando por saco y tú sin levantar la voz por evitar ciertos enfados pues como que no. Y en esas estoy, en lo de ir poniendo límite a ciertas personas y circunstancias para delimitar mi espacio vital y que no me coman el terreno. ¡ He dicho !

domingo, 21 de abril de 2024

La siesta


 

Mare mía, aquí no hay quien descanse un fin de semana. El vecino con el taladro a to hora, que no sé yo pa que tiene que pasearse por la casa con él con lo inútil que es. Después el Paco cantando en la casa de Melilla, las dos canciones que tiene en su repertorio: Campanera y Mi gran noche. Y de ahí no lo sacas, encima, como le aplauden, se cree que lo hace bien y repite. No se entera que es pa que se vaya y deje de cantar. Y ahora aparece el camión del tapicero. Que bonito, por dios, y que típico de esta tierra que se te pare debajo de la ventana a las tres de la tarde con el altavoz a to trapo diciendo: Ha llegado a la ciudad el camión del tapicero. Que bonito, que bonito, eso debería ser patrimonio inmaterial de la humanidad reconocido por la UNESCO. Y ya si eso nos echamos la siesta otro día que está muy sobrevalorada.

sábado, 20 de abril de 2024

Una paloma y un parque


 

Cada mañana el pajarillo acudía al mismo banco del parque donde se encontraba con Antonio que acababa de engrosar la lista de parados. Antonio, que toda su vida había trabajado en la banca, ahora a sus cincuenta y cinco años no sabía cómo llenar el tiempo. Se seguía levantando a las siete de la mañana por inercia, al principio optó por salir a dar grandes paseos pero se cansó pronto de ir andando y hablando solo. Así que al poco empezó a sentarse en un banco del parque y leer el periódico, se sentía acompañado por el piar de los pájaros que esos sí que empezaban pronto su jornada.  Un día tuvo el descaro de plantarse delante de él un gorrión cojo. Se le quedó mirando y pensó que quizá el pobre pájaro tampoco encontraba su sitio en medio de tanto alboroto y le dió una pizca de manzana que tenía en el bolsillo como desayuno. El pájaro que al principio no le hizo mucho caso terminó por picotearla y Antonio le prestó más atención. Al final se la comieron a medias y fueron cambiando de desayuno cada día. Antonio había hecho un amigo, no hablaban el mismo idioma pero se entendían. Alguna vez el gorrión le llevaba una ramita de algún árbol para agradecerle la comida. Fue un día lluvioso cuando Antonio no fue a ver a su amigo. El gorrión esperó toda la mañana y la siguiente y la siguiente, siempre era fiel a su cita hasta que un día llegó un chico joven y se sentó en el banco, sacó una manzana y empezó a cortarla en pedacitos. El pajarillo lo miró y ladeó la cabeza: no entiendo nada, pio. El chico escuchándolo le dijo : mi padre no puede venir ya, ha tenido un accidente y nos ha dejado pero me dijo que aquí venía cada día a desayunar con su amigo y aquí estoy. A partir de ahora yo también seré tu amigo. 


viernes, 19 de abril de 2024

Solo para quien entienda


 

Anoche volví a Macondo. Volví a pasear por sus calles, entre tierra y hojarasca. Las casas, aún humildes, de las veinte familias que cruzaron la cordillera y se aposentaron cerca de la ciénaga. La familia Buendía con José Arcadio y Úrsula a la cabeza, cargaba ya con tres hijos y Rebeca, la niña recogida. Pilar Ternera y sus hijos bastardos se dedicaba a parir y echar las cartas a quien quisiera. Melquíades y sus inventos que traía locos a cualquiera. Todo estaba bien atado cuando vino el comendador Moscote y su familia y Aureliano se fijó en la hija menor, Remedios, y lo puso todo manga por hombro.

La humilde aldea fue creciendo con nuevos nacimientos y gente que venía de otros lugares y se convirtió en ciudad próspera adonde también llegó la peste del insomnio. Allí aguarda el coronel una carta que nunca llega y se enterró a Mamá grande y la revolución se enquistó para devorar a esa gente que cabalgaba entre el amor y el olvido.


El sol, testigo mudo

  El sol tuvo que apresurarse aquella mañana para colocarse en el lugar que le correspondía; las nubes entraron todas vestidas de blanco com...