domingo, 16 de octubre de 2022

Cuando la montaña te atrapa

 



Siempre me habían dicho que aquella montaña era traicionera y sin embargo me atraía como una amante generosa. No sé por qué aquella mañana, tan temprano, decidí dar el primer paso, después otro y otro más. Noté como mis pulmones se ensanchaban y la sangre me saltaba alegre en las venas, hasta que sentí que una mano dura como una roca me aprisionaba el tobillo. Intenté resolverme y soltarme pero con cada intento más partes de mi cuerpo se volvían rocosas y duras.  Llegó un momento en que toda yo fui parte de ella y comprendí por qué era tan traicionera, porque aquella montaña se nutría de personas a las que su belleza natural atraía como moscas a la miel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un día tranquilo

  Son las cinco de la tarde de un martes del mes de julio. Calor, por supuesto. Después de haber leído un buen rato debajo de un gran ventil...