lunes, 21 de noviembre de 2022

La paloma tempranera

 



Empiezo a escuchar ruidos en la calle e intuyo que ya es mañana. Abro un ojo, después otro, me desperezo, noto que hace frío y aún así me decido a apartar las mantas y a sentarme en el borde de la cama. Mi cuerpo me demanda una taza de café bien cargado y solo por eso soy capaz de levantarme y sentarme en el sofá. Ya es la hora de empezar a ordenar el día y lo primero que me hago es la lista de tareas: ir a Pilates, limpiar ( solo un poco ), hacer la comida, y así unas cuantas cosas más. Miro por la ventana y veo como una paloma se posa en el alféizar, es la misma que cada día viene a pedirme su ración diaria y no se conforma con cualquier cosa, no, ella quiere su desayuno continental: un par de huevos fritos, bacón, salchichas y zumo de naranja y para rematar, su whisky y su puro. Después se marcha también como cada mañana volando con la tripita pronunciá y algo beoda. Ella se va a lo suyo y yo voy a lo mío hasta el siguiente día en que nos volvamos a encontrar.

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