Mi abuela fue la primera mujer de mi familia que se atrevió a levantar la cabeza de la tierra y mirar al horizonte. Ella vivía en un pueblito andaluz trabajando la tierra de un señorito por unos míseros cuartos, por supuesto le daban menos que a un hombre aunque trabajaba las mismas horas. Un día se atrevió a soñar con otra vida y comenzó por aprender a leer y escribir y más tarde a sumar y restar para que no la engañarán con las cuentas. El pueblo se le quedó pequeño y sobre todo esa sensación de querer hacer más. Se vino a la capital encorvada aún y oliendo a tierra y se puso a servir pero ya no la podían engañar con el sueldo. Se casó y parió a tres mujeres que crecieron fuertes y con la semilla de la igualdad que ya se encargó mi abuela de enseñarle bien sus derechos. Una de esas mujeres fue mi madre que optó por ser ama de casa pero que nos alentó en todo momento a estudiar y trabajar para no depender de nadie y yo sigo la misma máxima con mi nieta : el saber te hará libre.
Por todas las mujeres de campo o de ciudad que tienen fuerza para levantar la mirada y ver más allá.
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