Después de pasarme la noche deambulando por otros mundos lo más gustoso es sentarme a tomar un café contigo, así, sin hablar, sin tocarnos siquiera pero sabiendo que estás a mi lado. Después el día transcurre entre carreras hacia ningún lado hasta que vuelve a llegar la tarde y nos volvemos a encontrar, sin hablarnos y sin tocarnos, tú a tu lectura y yo a la mía y después a dormir de nuevo, sin hablarnos, sin tocarnos pero sintiéndonos unidos.
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