LAS COSAS NO SIEMPRE SON LO QUE PARECEN
Unos días antes del sorteo de la lotería de Navidad, iba con Juanan paseando por el centro, no teníamos aún ninguna lotería comprada y al pasar por un establecimiento me quedé mirando fijamente un número concreto; como dicen que no es bueno quedarte en la cabeza con la visión de un número si no te lo vas a quedar y pensando yo que aquello había sido un pálpito que tuve, una señal divina o vete tu a saber, nos volvimos toda la calle y lo compramos.
El día del sorteo estaba segura que aquel pálpito era por algo, que un pellizquito seguro que nos tocaba y más cuando el premio gordo tardaba tanto en salir. El gordo salió, los segundos, terceros, cuartos y hasta el último de la fila pero no el mio.
Entonces, después de mucho meditar, me di cuenta que lo que yo suponía un pálpito eran solo gases. Por eso las cosas no siempre son lo que parecen
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