Son las cinco de la tarde, la hora en que Teresa empieza a vestirse para ir a ver a Miguel. Tiene el pelo ensortijado y completamente blanco, lo que resalta más sus dos trocitos de cielo que son sus ojos o como le dice su nieta, dos turquesas. Está entradita en carnes pero ella dice que no está gorda sino que es una mujer curvi y que nadie le va a quitar su puchero y su pringá.
Ya va apurada como siempre. Se empeña en probarse todos los vestidos que ella misma ha cosido durante tantos años. Teresa es una mujer andaluza, Antequerana pa más señas. Siempre ha sido coqueta pero pa ver a su Miguel...ay, pa ver a su Miguel se esmera lo que no está escrito. Se conocieron de jovencitos. Los dos inauguraron el siglo XX con su nacimiento. Jugaron y corretearon de niños, descalzos por esas tierras de la Axarquía hasta que un día se miraron y se dieron cuenta que ya no eran tan niños. Aún chiquillos de quince años decidieron que eso no era un juego. Que Teresa tenía los ojos más azules de to la tierra y que Miguel la miraba con arrobo.
Pasaron los años y se casaron y formaron una familia: dos varones y una hembra, La Nena y con Nena se quedó.
Todo eso lo recuerda Teresa mientras sigue buscando el vestido perfecto para la ocasión aunque sabe que al final se pondrá el de siempre, el de todos los lunes porque sabe que a Miguel es el que más le gusta. Se lo regaló ahorrando mucho pa su último aniversario de bodas.
Y allá va ella tan pizpireta a pesar de sus 85 años y no creáis que no le siguen echando piropos.... Pero ella va a lo suyo y también es lo suyo pararse a comprarle unas flores a Miguel.
Miguel mientras espera impaciente. ¿ Vendrá hoy mi Teresa ? .Pues claro que vendrá, como lo hace todos los lunes desde hace un año ya. Un año aquí sin poder moverme y siempre esperando y hoy encima ha llovido y está todo chorreando. Que no se me caiga Dios, que no se me caiga.
Teresa llega azoraíta pero guapísima. Ya sabe dónde está Miguel y lo ve desde lejos. Camina apresurada pero con tiento que ya no tiene las piernas como antes.
- Vaya Teresa, estás impresionante.
- Ay Miguel ya no impresiono a nadie
- A mi sí y no me pongo de pié y te agarro la cintura porque sabes que desde el accidente no puedo.
Teresa y Miguel se cuentan sus cosas como si no se la supieran ya de memoria pero así con estos lunes, solo con estos lunes, son felices.
Oscurece y Teresa tiene que volver a casa, sola, como siempre en el último año. Jacinto, el guarda, ya la conoce y la coge del brazo para acompañarla a la salida. Se saca las enormes llaves del bolsillo y cierra la puerta.
- Adiós Sra Teresa
- Adiós Jacinto. Cuídame a Miguel que ya sabes que es friolero.
- Por supuesto Sra,faltaría más.
Y Teresa sale como cada lunes del cementerio a esperar a la próxima semana.
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