No siempre los lunes fueron tan odiosos como ahora. Allá por el año 81 estaba yo estudiando Comercio cuando entró un chico nuevo en Empresariales y allá que se tiraron todas las lobas a conquistarlo. Yo, a la chita callando, me lo llevé de calle. Empezamos, primero a tontear y luego a salir, convirtiéndome en la comidilla de la facultad. El muchacho era alto (como 1.90 m. ), Moreno, ojos marrones y barba de tres días, vamos, un Ken de la época. Teníamos un acuerdo tácito por lo que sabíamos que aquello duraría lo que tardara el curso en acabar y por eso nos lo pasamos tan bien. A las doce de la mañana me decía: vámonos que ya es la hora del aperitivo y cogíamos la moto y allá que íbamos. Por las tardes nos saltábamos las clases, porque sí, había clases por la tarde, y tirábamos pal centro de paseo y nos metíamos en cualquier garito. Tal era el entusiasmo que el 23 F nos pilló en un bar y ni nos enteramos. Cuando llegué a mi casa mi madre estaba al borde de un parraque porque decía que estábamos en guerra. Y es que el amor no solo es ciego, también es sordo. ¿ Verdad Pepe U.P. ?
martes, 8 de agosto de 2023
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