martes, 8 de agosto de 2023

Un lunes esperado


 

No siempre los lunes fueron tan odiosos como ahora. Allá por el año 81 estaba yo estudiando Comercio cuando entró un chico nuevo en Empresariales y allá que se tiraron todas las lobas a conquistarlo. Yo, a la chita callando, me lo llevé de calle. Empezamos, primero a tontear y luego a salir, convirtiéndome en la comidilla de la facultad. El muchacho era alto (como 1.90 m. ), Moreno, ojos marrones y barba de tres días, vamos, un Ken de la época. Teníamos un acuerdo tácito por lo que sabíamos que aquello duraría lo que tardara el curso en acabar y por eso nos lo pasamos tan bien. A las doce de la mañana me decía: vámonos que ya es la hora del aperitivo y cogíamos la moto y allá que íbamos. Por las tardes nos saltábamos las clases, porque sí, había clases por la tarde, y tirábamos pal centro de paseo y nos metíamos en cualquier garito. Tal era el entusiasmo que el 23 F nos pilló en un bar y ni nos enteramos. Cuando llegué a mi casa mi madre estaba al borde de un parraque porque decía que estábamos en guerra. Y es que el amor no solo es ciego, también es sordo. ¿ Verdad Pepe U.P. ? 

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