miércoles, 11 de octubre de 2023

De profesión: fontanero


 

Llevo tres semanas soñando con tuberías, soñando no, más bien son pesadillas. Me absorben por la cocina y me escupen en el baño. No puedo sentarme en el váter porque me succionan las tripas y me vuelven del revés como un calcetín. La lavadora anda sola por el pasillo y dice que de centrifugar nada que se despeina. Llamo al fontanero y me va enseñando la rajilla del culo desde el pasillo, es tan gordo que se atasca en la cocina y de agacharse para cerrar la llave de paso nada. Meto la cabeza debajo del fregadero y consigo hacerme con ella y va el tío, con to su papo, y me dice que ya que estoy yo que pa que se va a meter él, así que, me va dando las herramientas y las instrucciones pa cambiar un trozo de tubería y, de paso, la llave de paso, valga la redundancia. Al final la he rematao con un nudo marinero y por ahí ya no pasa ni dios, claro que tampoco pasa el agua. Tengo que deshacer el nudo, planchar el tubo y volverlo a poner. Al fontanero solo le veo los zapatos que por cierto son de una marca tan cara que yo no me la puedo permitir. Por fin parece que todo está arreglado y me atrevo a salir de debajo del fregadero. El tío me sonríe y me da dos palmaditas en el hombro a la vez que dice: ¿ ve usted cómo no era tan difícil ?. En el fondo me siento halagada y es entonces cuando me presenta una factura de 200€ y se me caen las bolillas de los ojos al suelo a la vez que se me desencaja la mandíbula.

No sé qué hace este hacha en mi mano señor policía, yo solo llamé al fontanero y ya no recuerdo más.

La comprendemos Sra. Los fontaneros son una especie muy perseguida últimamente.

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