lunes, 30 de octubre de 2023

Un Apolo


 

Últimamente me gusta mucho salir a pasear sola; me planto unos zapatos cómodos y me enchufo mi música. Tal cual iba el otro día por la Alameda cuando me adelantó por la derecha un armario de dos por dos con piernas. Al principio no le presté atención pero luego me di cuenta que tenía un culito respingón de pecado. Aceleré el paso y ahora fui yo la que lo adelanté y cuando llevaba unos cuantos metros por delante me volví y quedé hipnotizada por esa imagen. Un cuerpo apolíneo, unos ojos negros con pestañas como dos abanicos, unos pectorales que sugerían cosas, y de cintura pa'bajo ejem ejem y ejem. Él paró en seco y muy caballeroso me dijo : ¿ señorita, sí, me dijo señorita, le pasa algo ?. ¿ A mí, por qué tiene que pasarme algo ? Contesté. No, solo que se le han salido los ojos de las cuencas, se le ha caído la mandíbula a la altura de las rodillas y le sale un hilito de baba por la boca, dijo. Yo al escuchar esa voz aterciopelada empecé a mover las piernas y el pecho me latía tan fuerte que casi le alcanzaba a él. El pobre hombre pensó que tenía un ataque epiléptico y me metió entre los dientes un bolígrafo Parker que llevaba en el bolsillo. Yo solo veía al dios Apolo, al David de Miguel Ángel y a William Levy todo en uno. Al final pude articular algunas palabras y le dije : no se preocupe, es que soy extranjera y este comportamiento es normal en mi país y sin más salí corriendo y ya no recuerdo nada más. Ahora estoy sentada en la estantería de objetos perdidos de correos esperando a que alguien me reclame. 

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