Se amaron tanto que llegaron a aborrecerse.
Se aborrecieron tanto que llegaron a odiarse.
Se odiaron tanto que al final se separaron y volvieron a echarse de menos pero ninguno volvió porque ambos habían olvidado el camino a casa y solo les quedaba seguir adelante.
Tanto y tanto anduvieron que se volvieron a encontrar en la otra parte del mundo pero ya no se reconocieron y solo acertaron a decir: buenos días señorita, buenos días caballero.
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