domingo, 25 de febrero de 2024

Tacones lejanos


 

Una mañana me levanté de buen humor y me dije: no más morir por amor y dicho y hecho, me pinté una sonrisa bien roja en la boca, me puse un vestido monísimo y calcé unos tacones impresionantes. Cuando me miré en el espejo se me subió aún más la autoestima y me dije : ole tú y tu papo moreno, ahora te vas a la calle a hacer que la gente peque de envidia. Todo salía a la perfección, iba cantando bajito 🎵estoy en un buen momento, solo era cuestión de tiempo 🎵. La gente me miraba como alucinando y yo dale que te pego con el taconeo y desbordando sensualidad cuando al pasar por una rejilla del metro... Zas, empiezo a ver a la gente desde diez centímetros más abajo. Esto no es serio, pensé, y la gente me miraba como a un conejito atrapado. Entonces hice como que ya había llegado a mí destino y sencillamente estaba esperando a alguien. Se hizo de noche y yo sin poder sacar los tacones de la rejilla. Pasó el camión regando las calles y yo viendo que no me veían empecé a hacer aspavientos con los brazos. Muy amablemente pararon a ver qué pasaba y yo me quiero morir cuando alguien dice: hay una señora bajita atrapada, traed la sierra. Ahora estoy en mi cama tapada hasta la cabeza y empiezo a pensar que se me da mejor morir de amor que ir de diva.

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