Ayer hice lentejas porque en casa del pobre se come muchos platos de cuchara y humo, como decía mi padre, y porque además es dieta mediterránea. Yo con esta comida tengo una extraña relación de amor - odio. Amor porque me gusta comerla y odio porque no me gusta hacerlas. Así que, para quitármelas de encima, me meto con ellas bien temprano. Pongo en la encimera de la cocina todos los ingredientes para que no se me olvide ninguno aunque eso no es garantía de nada. Una vez se me olvidó echar las lentejas y cuando se quejaron dije que era un decostrución de la nouveau cuisine, pero no coló mucho. Lo normal es que eche todos los ingredientes y mientras se hace me coja mi libro y me ponga a leer, cuando ya llega al salón un olor peculiar, salgo corriendo los cien metros lisos por el pasillo a la voz de " lassssss lentejaaaaaassss ". Una vez he llegado me encuentro a mí hijo Víctor en la cocina mirándome con " rintintin" y diciendo " Madre querida, too late ". Yo, quitándole importancia, digo que solo se han asentado un poquillo y eso le da una esencia especial.
Total, que yo hago lo posible para que me echen del puesto de cocinera pero, oye, que no hay manera 😂
No hay comentarios:
Publicar un comentario