Me gusta acurrucarme cada noche a tu lado.
Oler tu piel de lavanda.
Cerrar los ojos y tantear tu cuerpo como extranjera en tierra extraña.
Susurrarte al oído como si fuera una brisa leve.
Mirar tus ojos de humo que me nublan la mente.
Y mientras, tú, obediente a las órdenes que te da mi cuerpo.
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