A mis casi 66 años he asimilado muchas cosas: mis arrugas, mi flacidez, mi celulitis, mi memoria cada vez más frágil... Pero lo que no termino de integrar en mi mente es la ausencia de personas queridas. Las despedidas son parte de la vida, lo sé, pero siempre pensamos que estarán ahí para siempre, ayudándonos a superar obstáculos. Y de pronto te dejan en primera fila y eres tú la que tienes que sujetar a los de atrás y no creo que nos hayan preparado para eso. Me encuentro desubicada y vacilante, sin saber si lo estoy haciendo bien o mal. Si seré merecedora de algún recuerdo cuando ya no esté. Mientras, sigo por este camino incierto arrastrando cada vez más años
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