Y de pronto cientos de soles incendiados cayeron sobre nosotros dejando el cielo sin luz. Corrí, me escondí, volví a correr... Todo fue inútil. Desde un plano cenital vi como mi cráneo era aplastado por un piedra enorme. Mis sesos se estamparon contra un trozo de muro que nadie pensó que siguiera en pie, formando un grafiti siniestro. Mis manos amputadas de mis brazos y estos de mi cuerpo. Mis pies vacíos de zapatos y de piernas.
¿ Quién ha mandado esto?. ¿ Tu Dios?. ¿ Mi Dios?. No, algo más fuerte que cualquiera de ellos: el odio del hombre.
martes, 1 de abril de 2025
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