domingo, 27 de julio de 2025

Cerezos en flor


 

Esta historia me la inspiró un concierto de música al que asistí no hace mucho bajo la batuta de Taro Ishiwaro.

Kai sale de casa como cada día para ver a su amiga Ashiko.
Se ha puesto su kimono blanco ribeteado en azul oscuro. No es un color usual pero a ella le gusta porque realza su pureza.
Siempre sale de su casa y pasa por la avenida de los cerezos ya en flor a esta altura de la primavera pero hoy es especial, a pesar de estar ya en Abril ha nevado
Su cuerpo tiene algo de frío pero su alma está contenta, hoy el dolor en el pecho es diferente, algo más dulce.
Ken siempre va a su trabajo en moto pero hoy la ha tenido que dejar en el garaje y se ha decidido a ir a pie.
Sería bonito mirar los cerezos desde la acera y oler su perfume, se dice, pero no puede evitar pensar en el trabajo. Para él es su vida, ha tenido muchas mujeres en su vida pero se cansaba pronto de ellas.
Kai y Ken se encuentran en la avenida de los cerezos, las flores se confunden con la nieve. Blancas unas, blanca otra. Kai y Ken caminan por la misma acera pero en diferentes sentidos hasta que se cruzan. Kai apenas ha percibido que se ha cruzado con alguien en cambio Ken se le queda mirando. Esta chica tiene algo especial, es raro ver un kimono blanco fuera de una boda o un funeral. Uhmmmm, me gusta.
Kai sigue su camino sin advertir la mirada de Ken, este paseo es delicioso, cada día que paso lo disfruto más, es una pena que pasee tan poco por aquí.
Al día siguiente Ken va a recoger su moto al garaje pero aún no está lista, le falla una pieza que el mecánico tiene que pedir.
- Vaya, tendré que ir andando de nuevo, iré a ver los cerezos, ayer me gustó pasear por allí.
Realmente es bonita esta estampa, que pena no tener nunca tiempo para degustar la vida !
Kai va a ver nuevamente a Ashiko, su amiga no termina de mejorar.
- Ashiko, mejórate amiga, necesito tenerte cerca. Eres muy importante para mí
Kai no piensa más que en su amiga, hoy va más ensimismada que otros días y solo vuelve a la realidad cuando nota que ha tropezado con alguien
Ken se disculpa y se da cuenta que es ella, la chica del kimono blanco. Kai lo mira y encuentra unos ojos vacíos, lejanos y sin vida.
- Ya podías mirar por donde vas !!
- Disculpas señorita, andaba contemplando los cerezos, hoy están especialmente bellos
- No importa, pero vaya más atento la próxima vez
- Por cierto, soy Ken
- Bien bien, tengo prisa, adiós
Ken se le queda mirando mientras se aleja. Vaya, las cosas que me pierdo por ir siempre con prisa, se dice para si. Tendré que mirar más a las personas y menos ir por la vida pensando solo en trabajo.
Kai reacciona unos metros más adelante. Este chico me suena. Donde lo habré visto antes ? Bahhhhh no pienses tonterías Kai.
Pasan los meses y Ken, una vez recuperada su moto, no vuelve a acordarse de la chica del kimono blanco. Su vida está llena de cosas pero solo son eso, cosas, nada de amor, emociones ni belleza y cada vez se encuentra más solo y vacío. Los negocios prácticamente marchan solos lo mismo que él ,solo.
La amiga de Kai ha mejorado y ya no la visita con tanta asiduidad. Pasó el verano, el otoño y el invierno y no se habían vuelto a ver.
Otra primavera, otra vez la avenida de los cerezos. Kai va a su nuevo trabajo. Ken pasea aunque no sabe bien por qué hoy no ha cogido su moto. Hace un día espectacular, cielo azul, flores blancas y un aroma perfumado en el aire.
Kai va con la mirada puesta en la acera, piensa en su nuevo trabajo, le gusta trabajar con niños pero se encuentra demasiado nerviosa y no sabe por qué.
Ken ya no recuerda que hace un año solía pasear por esta avenida a contemplando los cerezos y los mira con expectáción. Que maravilla, nunca me había fijado en ellos!!
Kai mira al suelo y piensa, Ken mira los cerezos y sueña. Uno y otra se encuentran en el centro de la avenida y se miran. En un instante recuerdan la primavera anterior. Sus ojos se han reconocido y sus almas se saludan. Apenas se rozan la mano. Tú eres la chica del kimono ! Dice Ken.
Cómo ?
Si, tu eres la chica que llevaba un kimono blanco
Lo siento, tengo mucha prisa.

       Por favor no te vayas. Me has hecho recordar que una vez fuí capaz de mirar estos cerezos. Volverás mañana por aquí ?
Si.... bueno.....yo....
Por favor no te pierdas de nuevo. Te esperaré aquí a la misma hora
Bueno, lo siento pero tengo que irme, lo siento
       ...
       Ken se queda pensativo y temeroso. Y si no la vuelvo a ver ??
       Kai se dirige su trabajo algo pensativa. Es el, lo recuerdo bien, el chico de ojos tristes.
       Al día siguiente se encontraron, y todos los días siguientes. Ken fue recobrando el brillo en los ojos. Ya tenía una razón por la que levantarse cada mañana y esa razón era Kai.
       Un día Ken se quedó esperando. Kai no fué a la cita, ni al siguiente y pasaron varios días pero Ken siempre esperaba ese momento, el momento de los dos.
       Kai, mira por la ventana, los cerezos están preciosos. Mira Kai te vendría bien ver algo bonito y no solo tubos y máquinas dijo su madre.
       Kai está en una habitación de hospital, su corazón ha empeorado y ya no trabaja bien. Está enchufada a un montón de máquinas. Piensa en Ken, no fué capaz de decirle lo que le pasaba y ahora pensará que simplemente no quiere verlo.
       Ken como cada día acude a la cita con la esperanza de volverla a ver. Cómo ha cambiado su vida !! Ahora es capaz de ver las cosas bellas y se siente feliz. El trabajo no es lo más importante para el, solo vive para estar apenas unos minutos con Kai.
       En la habitación del hospital todo son voces, prisas, luces.... Algo pasa con Kai. La llevan al quirófano de urgencia pero ella no quiere ir porque sabe que no volverá a ver a Ken y los cerezos.
       Una presencia abandona el cuerpo de Kai, la ve alejarse por los pasillos del hospital.
       Es como un ángel con un kimono blanco, va descalza y está bajo los cerezos. Ken se queda mirando, diría que es Kai pero no está seguro. Algo que no controla le sube por el pecho y le recorre el brazo izquierdo.
       Cae al suelo, le duele mucho el pecho. La chica descalza va hacia el y le tiende la mano. Ken se la toma y puede levantarse, su cuerpo ya no le duele ni le pesa, es como si no pisara el suelo. Sus almas se han mirado y se han reconocido. Saben que ya nunca se tendrán que separar.
       Desde entonces, en la avenida de los cerezos hay dos flores que permanecen unidas y nunca se marchitan. Son Kai y Ken, los amantes de la Avenida de los cerezos .


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