Los reproches llegan tarde, o más bien, nunca deberían haber llegado porque si en algún momento me he equivocado, y seguro que lo he hecho y mucho, deberías habérmelo dicho entonces y no guardar la piedra en la mochila esperando mi momento más vulnerable para tirármela a la cara. Ahora ya es tarde, antes yo hubiera tomado medidas y rectificado mi comportamiento o no, porque también tú puedes estar errado y pensar que lo he hecho mal y no ser así. Estas cosas pasan por no hablarlas en el momento e ir tejiendo una maraña inextricable alrededor. Así que ahora después de tantos años ni te reprocho ni consiento los tuyos y ya te puedes poner, cual Penélope, a destejer lo que has hecho durante estos años que no te va a servir para nada.
viernes, 9 de diciembre de 2022
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