Nunca tuve conciencia de que mi madre antes, durante y después de parirnos era mujer. Siempre fue esa figura tierna pero autoritaria que quiso moldearme a su imagen y semejanza. Chocábamos mucho porque yo siempre he tendido a sacar los pies del tiesto e íbamos de discusión en discusión pero queriéndonos hasta el infinito. Ella era hija de su tiempo. Educada para ser esposa y madre, trabajo que tomaba muy en serio, nos guió por el camino recto zapatilla en mano. Solo al final de su vida, cuando ya perdió la cabeza y no nos conocía, me hice yo con el control. Iba a verla a la residencia que ella consideraba su hogar, y me convertía yo en madre y ella en hija. Un día muy temprano se fue y aún noto su energía a mí lado.
martes, 3 de octubre de 2023
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