lunes, 2 de octubre de 2023

Autobiográfico


 

Las esperas son más desesperadas cuando presientes que la persona esperada no va a llegar y deseas que el tiempo pase más deprisa. Para eso te pones a dar vueltas por la casa, hablando sola y removiendo por aquí y allá cosas hasta que ya no puedes más y pegas la nariz al cristal de la ventana hasta que anochece. Es entonces cuando te haces experta en distinguir los coches por la luz de sus faros y ves pasar uno tras otro pero nunca es él. Los ojos se cansan de mirar y el corazón se descorazona y te apartas con lagrimas en los ojos hasta el próximo día que volverás a hacer lo mismo.

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