Ya había anochecido y ella aún tenía que repasar unos expedientes. La noche pintaba sin luna y una tormenta había dejado mucha humedad en el ambiente. Cuando dieron las diez, cerró todas las carpetas, se puso la gabardina y enfiló la calle. Apenas había tráfico. Esos días de lluvia y frío la gente se recogía pronto en sus casas. Cuando dobló la primera esquina se dió cuenta de que había olvidado el paraguas pero no merecía la pena volver, ya estaba a punto de llegar a casa. La calle presentaba un aspecto desolado, las farolas apenas desprendían un haz de luz. Algo en el aire le traía un recuerdo ingrato, era como un perfume conocido y odiado. Sin querer pateó algo en el suelo, era pesado pero blando. Se agachó y palpó una especie de lona que cubría lo que parecía un cuerpo desmadejado. Era un hombre que conocía bien, desde hacía semanas la seguía cada tarde a su casa. Solo le tomó el pulso y vio que no tenía. Se levantó despacito, hizo una mueca con la boca parecida a una sonrisa y susurró: todo ha salido como esperaba.
viernes, 26 de abril de 2024
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