martes, 23 de abril de 2024

Una simple equivocación


 

Él la vio en la otra punta del vagón de metro que a esa hora iba tan lleno de gente como siempre. Llevaba un vestido azul cielo y una coleta, cosa que le extrañó,  un gran bolso lleno de cosas y las deportivas que tanto le gustaban. Aún a esa distancia y a través de la gente podía oler su perfume que le volvía loco. Dos paradas después se bajó del metro y él la siguió. Esa misma mañana un amigo le había confesado que ella se estaba viendo con otro y eso le enfureció. Cogió un cuchillo de la cocina y se fue dispuesto a encontrarla. Salió al aire de la calle siguiéndola con cuidado. Enseguida se dió cuenta de que algunas farolas estaban rotas y no daban luz por lo que casi se alegró pensando que aquello lo haría todo más fácil. Se acercó con sigilo por la espalda y con el brazo izquierdo la agarró por el cuello mientras le ponía el cuchillo en la yugular. Quiso buscar el lunar que ella tenía en ese lugar y se sorprendió al no encontrarlo. También se dió cuenta  que llevaba pendientes en las orejas pero el recordaba que no tenía hechos los agujeros. Esos detalles le hizo dudar por un instante el mismo que aprovechó ella para voltearse y clavarle el estilete que llevaba justo en el centro del pecho. Lo hundió con eficacia en el corazón. Por un instante sus ojos se cruzaron. El comprendió que se había equivocado de persona, ella se dió cuenta que no era quien pensaba. 

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