martes, 31 de julio de 2018

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En casa



Mi vida en casa de esta família es super diver. Como era aún muy pequeño y no podía salir a la calle, pues no tenía las vacunas necesarias, me pusieron empapadores en varios lugares de la casa para que hiciera allí mi pipí y mi popó.



Que digo yo que al ser una necesidad de lo más fisiológica y es una cosa natural no entiendo por qué ellos me tocaban las palmas cada vez que lo hacía dentro del empapador.


Yo me sentía como una estrella de cine cada vez que hacía caquita ( me quedaba en la gloria y además me aplaudían ).


Así fueron pasando los días hasta que pude salir a la calle. Me parecía todo enorme, calles muy largas para mis cortas patitas, pero que felicidad poder correr por todos lados sabiendo que alguien me vigilaba. Los chicos se me acercaban porque debía de ser todo un espectáculo verme tropezar con la más mínima piedra, pero yo era feliz.



Cuando ya tuve unos seis meses, me llevaron a un parque canino. Me lo pasaba bomba jugando con mis compis aunque había algún que otro no muy simpático.
Recuerdo bien a Vader, Tano ( un perraco enorme ) y Boika. Corría mucho con ellos pero lo que más más me gustaba era coger una pelota y esconderme. Yo era Dios con mi pelota y no había humano que me la quitara jejeje, yo siempre corría más 😉 .

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