Las cosas ya no huelen como antes, ni saben, ni suenan, puede que yo no sea la misma y no sepa ver, oír o incluso oler como cuando era niña. Recuerdo muchas Navidades, muchas, pero hubo una que fue especial.
Ya nos habían dado las vacaciones en el cole y el soniquete de la lotería abría la puerta a la ilusión. Ese año había pedido un muñeco que tomaba el biberón y hacía pis, toda una innovación para la época ( mitad de los 60 ) aunque con pocas expectativas de que me lo trajeran pues siempre tenía la mala fortuna de que sus Majestades los Reyes de Oriente no se acordaran de traer el muñeco indicado. Pues bien, esa Navidad y después de comprobar que no salía ningún premio importante en la lotería, me fuí a casa de mi abuela, la puerta de enfrente, donde vivían ella y mis dos tías y me puse a hablar con mi Tita María.
- Tita cuéntame cosas de los Reyes y la Navidad y ella con toda la paciencia del mundo se ponía a contarme cuentos mientras hacía las tareas de la casa.
- Y tu crees que este año si me traerán el muñeco que he pedido ? A lo que ella siempre con una sonrisa me respondía : pero tú has escrito la carta y has explicado bien cuál es el que quieres ?
- Claro tita, además se lo he dicho a mi madre para que cuando vaya a hablar con ellos ( Sus Majestades los Reyes de Oriente ) sepan cuál es. Pues entonces seguro que te lo traen decía mi Tita mientras terminaba de hacer las camas
Así un día y otro siempre con la impaciencia de mis seis años hasta que llegaba la cena de Nochebuena.
No sé porqué ese día olía a amor en todos lados y sobre todo en casa de mi abuela que es donde cenábamos
toda la familia, incluso vinieron unos tíos abuelos desde el pueblo.
Estaba muy nerviosa, ya habíamos entrado de lleno en la Navidad, que bonito era todo y que divertido, hasta juntar las sillas necesarias para todos era una delicia. Yo siempre he sido una niña de mal comer pero lo que quería es que pasaran los días rápido para llegar a la noche de Reyes.
En fin de año, los tres hermanos intentábamos aguantar hasta la medianoche para comernos las uvas y un cuarto de hora antes nos quedábamos dormidos sin remedio así que mi madre nos hacía las campanadas por la mañana y nos las tomábamos. Y pasando los días llegamos a aquella noche mágica. Mi padre previamente había aparcado el Land Rover de la empresa en un sitio estratégico y por la tarde nos llevó a la cabalgata y nos subió en el capó. Fue una maravilla ver a sus Majestades tan cerca y yo le repetía a mi hermano : Alfonso que esta noche vienen los Reyes, que nervios tengo....
Por la mañana y después de pasar casi toda la noche en vela, nos levantamos los tres hermanos y aquello fue.... fue.... maravilloso, todo el comedor lleno de juguetes, mi muñeco, el mismo que había pedido en mi carta estaba allí con su pelito rubio y sus ojos azules. Para mí hermano una bicicleta que no sé si había pedido pero que disfrutó de lo lindo y para mí hermana que ya apuntaba maneras, un saltador gorila.
Me pasé el día jugando y disfrutando como solo los niños de aquella época lo haciamo. Y llegó la noche, yo quería revivir aquel día una y otra vez así que coloque los regalos tal y como los había encontrado por la mañana, me acosté y me dormí deseando que cuando me despertara volviera a ser 6 de enero otra vez. Pero claro, las cosas son como son y no como soñamos pero aquellas Navidades fueron las Navidades más mágicas que he tenido nunca 🎄🎄🎄
sábado, 1 de diciembre de 2018
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