Los días de lluvia como hoy me gusta sentarme en mi butaca junto a la ventana y ver como las gotas de agua echan carreras cristal abajo; no sé a qué viene tanta prisa si después del final ya no hay nada; pensarán que hay una especie de " cielo de gotas " donde las mejores pasarán la éternidad siempre corriendo por un cristal. Ya estoy desvariando, lo sé. La gente se apresura por la calle aunque lleven paraguas. No saben disfrutar de una buena tormenta, creen que en vez de agua cae ácido y las va a transformar en trozos de carne con paraguas. A mí de pequeña me encantaba ponerme mi impermeable y mis botas de agua y salir a saltar los charcos. Todo era divertidísimo hasta que una tarde quise saltar un gran charco sin darme cuenta que era de barro; caerme enmedio y salir como un churro mojado en chocolate fue todo en uno. A ver, Yolandita, que te dispersas. Sí, me disperso y mucho. Los pensamientos saltan de neurona en neurona y es difícil pillarlos. Pues eso, que una monja me decía Yolandita y yo odiaba mi nombre porque todas las demás niñas tenían nombres " normales " como Mari, Paquita, Juani y esas cosas y yo no sólo tenía un nombre raro para la época sino que encima me decían " Yolandita" y la verdad que entiendo a la Sra monja porque yo era una canija enana con gafas y sabelotodo nada normal para mis seis años.
¿ Y eso a que viene ?
No sé, estoy pensando en voz alta
Solo piensas tonterías
Déjame en paz.
Yo decía que la lluvia es bonita y triste, bonita y alegre o bonita y vivificante, pero siempre bonita. Lo que no sé es por qué me han metido en este sitio por pensar en voz alta, por qué no me dejan jugar con los charcos, por qué hay tantas personas raras en este sitio, todos con el mismo uniforme como si esto fuera una logia o algo así. ¡ Que sitio más feo ! Ya mismo me voy de aquí .
¿Y a mí que me importa?, yo sigo las carreras de gotas de mi ventana y esta vez creo que voy ganando.
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