Salgo de la oficina a las ocho de la noche, hace frío y llueve pero yo voy bien pertrechada con un buen abrigo y paraguas. Llego a casa y me puedo dar una ducha calentita, poner un pijama de franela y comer algo bueno y sano. Después de ver los desinformativos, opto por irme a mí cama con sábanas del pirineo a leer un buen rato. Y de pronto se me viene a la cabeza imágenes de gente que duerme en la calle entre cartones que, con la lluvia de hoy estarán mojados, no se han echado nada caliente al estómago y encima tienen que soportar las miradas de asco que les echa la gente que pasa. Eso casi les duele más porque los desprecian sin saber que circunstancias los ha llevado allí y sin pensar que mañana pueden ser esos que ahora los mira de reojo los que estén allí tirados en la calle.
sábado, 3 de diciembre de 2022
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