Aquella mañana sabía que iba a ser especial. Fui al cuarto de Carlos y descorrí las cortinas, subí la persiana y la luz entró a raudales. Carlos abrió los ojos asustado. A él le gustaba que lo despertara poco a poco y esa intromisión le afectó bastante. Con los ojos me preguntó algo enfadado que a qué venía eso si todos los días veía el mismo cuadrado de cielo, lo único que podía ver desde aquella posición en que la maldita enfermedad lo tenía postrado desde hacía nueve años. Lo miré con todo el amor que fui capaz de darle y le dije : mira bien, hoy no es el mismo cielo, tampoco el mismo sol, hoy es el día de tu liberación. Imagina que eres un ave, enorme y majestuosa, despliega las alas y sé libre para siempre. Cerró los ojos y una especie de humo blanco salió por la ventana justo en el mismo instante en que la ventilación mecánica dejó de funcionar.
domingo, 5 de febrero de 2023
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