Me adentro en el útero de la madre Gaia, ella me acoge con cariño, me tumbo en posición fetal y disfruto del silencio y la oscuridad. Las rocas no son frías, desprenden confianza, son como enormes guardianes de mi integridad y a la vez pasadizos para que mi imaginación salga fuera y vuele libre. No quiero moverme ni un centímetro, estoy en una postura gustosa con todo mi cuerpo encima de la tierra. No hay nada más puro y confortable que este espacio donde no entra la luz. Solo necesito respirar el olor que rezuman las piedras que casi me cubren. Mi madre, la madre de todos, Gaia, nos perdona siempre que volvemos a ella.
sábado, 8 de abril de 2023
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