Nadie sabía por qué aquel tipo se empeñaba en cantar la misma canción cada noche. Él sí lo sabía pero no dejaba entrever ninguna emoción. El sitio era un club de mala muerte en el Madrid de la posguerra, sucio y casi obsceno. Llegaba siempre una hora antes e iniciaba el ritual; una vaso con miel y limón para hacer gárgaras que le afinara su voz ronca de fumar ese tabaco asqueroso, un vaso de whisky después para entonar el estómago y el eterno tarara tarara ta ta. Llegada la hora se sentaba en el escenario en un taburete, se echaba hacia atrás el fedora gris y fijaba en el fondo de la sala la vista esperando que por cualquier dudoso milagro entrara ella. Nunca sucedió pero el sigue con la eterna canción 🎵Es la historia de un amor como no hay otro igual... 🎵
jueves, 14 de marzo de 2024
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Se fue, se fue
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