Cuando tuvimos que vaciar la casa de mis padres fue algo penoso. Mi padre había muerto unos años antes tan en silencio como vivió. Mi madre no había muerto aún pero la tuvimos que llevar a una residencia porque tenía alzheimer. En realidad, ella era la esencia de la casa y al irse la soledad lo inundó todo. Fuimos abriendo cajones y armarios y descubriendo toda una vida acumulada. Cuando parecía que ya no quedaba nada me volví a mirar el vacío y descubrí unos recuerdos pegados a la pared que no querían irse : una noche de Reyes, un cumpleaños, un primer amor y un desamor, una boda triste. Me senté en mitad de la habitación y los fui mirando a todos, uno por uno. Con tristeza comprendieron que ellos también tenían que partir y allí me quedé hasta que el último de ellos desapareció.
domingo, 26 de mayo de 2024
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