Y por fin llegó el día en que mi vecino Manolo, el bombero, me invitó a cenar. Me pasé to la mañana en el taller de estética, me di un masaje relajante y me hice una limpieza facial. Más tarde pasé a la sección peluquería y después de mucho salí con un recogido y cuatro botes de laca en la cabeza ( lo siento por la capa de ozono ). Me puse un vestido negro con escote tipo barco y unos tacones rojos de 20 cm. Manolo iba con el uniforme de gala bomberil, ese que tiene en el casco un penacho de plumas. Yo bajé en el ascensor porque con los tacones tan altos no sé andar y cuando lo vi tan guapo, tan viril y tan emplumado se me cayeron las bragas. Yo para rizar el rizo me puse una peineta y una mantilla. Iba incomodísima pero divina de la muerte. Solo hubo un inconveniente y es que el coche estaba roto y trajo la moto. Para ponerme el casco me quitó la peineta, me puso el susodicho y después me hincó la peineta tan fuerte que traspasó el casco y me llegó al cerebro. Nos montamos en la moto y yo iba con la mantilla como Batman con la capa, vamos, que hicimos gente. Manolo llegó con el casco sin una pluma pero la cena fue maravillosa. De esto hace una semana y aún voy con el casco, la peineta y la mantilla puesta y tan divinamente.
sábado, 20 de julio de 2024
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