Óscar es un hombre de cuarenta y dos años y es gordo, sí, gordo, así en toda la extensión de la palabra. No es por comer mucho, no es por no hacer ejercicio, lo suyo le viene de lejos, cuando apenas era un crío. A los diez años murió su abuelo con el que tenía una relación especial y al día siguiente del entierro se despertó con dos kilos más. Su madre pensó que sería cuestión del estrés de esos días. Siguió engordando cada vez que había un suceso triste en su vida o entre sus allegados hasta que un día se dió cuenta de que era como una esponja, absorbía toda la tristeza de las personas de su alrededor. Los demás lo miraban con cara de asco " bah, menudo gordo, no sé por qué no se cuida la gente" era algo que escuchaba cada vez que salía a la calle. Óscar empezó a ponerse triste pero esa tristeza nadie se la quitaba de encima y optó por no querer salir ni ver a nadie. Solo en su casa, triste y con sus limitaciones. Un día encontró la solución en unas pastillas minúsculas que lo llamaron con insistencia. Se tumbó en la cama y ya no despertó. Su cuerpo se volvió tan ligero que subió hasta las nubes y dejó atrás la tristeza.
martes, 24 de junio de 2025
La tristeza, engorda
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