martes, 6 de junio de 2023

Así empezó todo


 

Todo empezó cuando abrieron una academia de pilates en el barrio. Yo estaba buscando algún lugar adonde acoplarme porque ya venía rebotada de varios gimnasios donde solo hacían caso a las menores de 30 años, 170 cm de altura y 50 kg de peso. Yo, a mis casi 64 años, me sentía, no voy a decir la oveja negra pero sí la vaca gorda del lugar, así que salí pitando de todos ellos. Como me descorazono pronto, me metí en casa haciendo algo de ejercicio on line hasta que un día paseando por mi calle me di cuenta que habían abierto esta academia. Entré a preguntar y Conchi me atendió con mucho cariño y me dijo que aquello era justo lo que yo andaba buscando pues daban clases por las mañanas para personas como yo ( allí ya no entendí si se refería a vacaburras o a desesperadas ). La idea me gustó mucho y me apunté a dar una clase de pruebas. Al día siguiente llegué con mi malla negra, mi camiseta negra y mis calcetines negros. Sé que fácilmente se me podría confundir con un grillo pero es que quería tapar mis vergüenzas lo más posible. Allí me presentó a las que serían mis compañeras: María, Manoli, Carmen, Charo y Karina y yo me presenté como Histeria, nombre que me escupió mi madre cuando nací. 

La profesora Pilar, una tía monísima, esbelta, alta y vasca nos puso en fila y descalzas para entrar en clase. Todo estaba nuevo y reluciente y el parquet del suelo recién encerado. Como digo, íbamos en fila y recién entradas en la clase María resbaló y cayó al suelo con to su culo; las demás, pensando que eso formaba parte del ejercicio, enseguida nos sentamos todas sin desbaratar la fila hasta que vino Pilar, la profe, diciendo: ¡ Todas en pié que empezamos!. María, tú también. María dando pequeños saltitos insistía en que ella ya estaba de pié hacía un rato solo que era bajita y apenas se notaba. Todo con mucha clase y elegancia, como siempre.

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