jueves, 1 de junio de 2023

La abuela María


 

María bajaba por la calle empinada y jalonada de casas blancas. Llevaba su vestido negro de viuda, su toquilla negra de viuda y su cara triste de viuda, solo su pelo era blanco como si una nube traviesa se le hubiera enredado. Lo peinaba en un moño bajo y tirante y recogido con una redecilla. Ese era su camino habitual para ir a la panadería a por su pan redondo, hecho como se hacía desde que ella era joven. Sus pasos eran cada vez más lentos pero seguros que por algo se conocía cada piedra de esa calle. Poca gente la recordada de joven pero en sus tiempos había roto muchos corazones aunque ella solo había amado a su Miguel. Se conocieron corriendo detrás de un aro por las cuestas del pueblo, cazando ranas en el riachuelo o cogiendo almendras de los árboles y ya no se separaron más hasta aquel día en que a la parca le dió por pararse en la puerta de su casa y dejarla viuda. Viuda para siempre, con su vestido negro de viuda, su toquilla negra de viuda y su cara triste de viuda.

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