viernes, 7 de octubre de 2022

Mis clases de Pilates

 



Mi clase de Pilates es como una gran jaula con ocho cotorras dentro . Vamos y hablamos, hacemos abdominales y hablamos, hacemos glúteos y hablamos y así se nos pasa la hora. Este año nos ha dado, por indicaciones de la profe, por hacer Pilates acrobático. Imaginad a unas señoras en una edad delicada colgadas de unas cintas que penden del techo como si fueran murciélagos. Para eso previamente hemos estado tres meses sin cortarnos las uñas de los pies para tener un mejor agarre. Pues bien, el lunes pasado andábamos por las alturas cuando María, la más pequeña, no en edad sino en estatura, pegó un saleaso en el suelo. Aquello fue un visto y no visto, todos los huesos se desparramaron por el suelo. Enseguida vino Manoli apartando al personal y diciendo que aquello lo arreglaba ella porque estaba dando clases de mecánica de camiones. La miramos con un poco de duda pero vimos que se las arreglaba bien ( más o menos). Había huesos y órganos que no sabía bien donde ponerlos y todos se los echaba en to lo alto de la cabeza, hasta tal punto que María cuando llegó a clase medía 150 cm y cuando salió iba ya por 300 cm. No me pareció que se fuera mu conforme con su nuevo físico y solo decía: me falta una oreja, me falta una oreja, a lo que Manoli ya toda una ingeniera le dijo : ¿ Que más da si la tienes repetía y encima es mu fea ?. Así que hoy María no ha venido a clase pero a cambio nos han metido a Carmina, una señora que pasaba por la puerta con el carrito de la compra y sin saber cómo se ha visto de pronto agarrada al techo con las uñas de los pies y la cabeza colgando. Todo muy natural y con mucha clase, como siempre en nosotras.

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