sábado, 8 de octubre de 2022

Soy yo, Satán

 



Y llegado el día me echaron a la vida... La luz se me clavó como un puñal en cada ojo, los sonidos eran como gritos aterradores, el frío inmenso y mortal... Supongo que no tenía más remedio que nacer porque había llegado mi tiempo... A los pocos días casi me había acostumbrado a todo y es cuando me cargaron con una peso excesivo para mi corta existencia... Me pusieron un nombre, Elena, pero enseguida me llamaron Lena... Ese nombre como un tatuaje hecho a fuego es el que llevo desde entonces a todos los sitios y en todos los momentos. Ya no soy nadie, solo un nombre o quizá sea ahora cuando sí soy alguien porque me han nombrado... Fui creciendo poco a poco o mucho a mucho según como se mire... Me fui haciendo a lo que llaman" costumbres " y fui aprendiendo a andar, hablar, socializar y todas las cosas propias de cada etapa de la vida... Recuerdo bien como mis supuestos padres se asomaban a mí cuna creyendo que dormía, yo de pronto abría desmesuradamente los ojos y los miraba con fijeza... Ahí ya empezaron a sospechar que yo era diferente, que no era una niñita normal... Cuando fui creciendo me gustaba mucho contemplar el fuego... Iba gateando hacia la chimenea y me paraba frente a la puerta transparente a mirar fijamente las llamas y que a mí me parecía un extraño baile de seres diabólicos... Cuando ya aprendí a andar me gustaba levantarme de la cama y acercarme al cuarto de " mis padres "... Me quedaba mirando como dormían tan plácida y confiadamente... Después volvía a la cama y me quedaba con los ojos fijos en el techo lleno de estrellas pintadas ... El paso siguiente fue entender todo lo que oía. Ellos no podían imaginar que mi cabeza ya tenía un plan para deshacerme de ellos y yo disfrutaba mi silencio... Así seguí creciendo y desarrollando mi plan, ellos decían que cosas que hacía como clavarle a mí hermano un tenedor en la espalda o meter a mi hamster en agua hirviendo era cosa de chiquillos... Yo tenía la habilidad de mirar con total inocencia y no sospechaban... Una noche supe que era la definitiva. Habían dejado rescoldos en la chimenea y me fue muy fácil acercarlos al filo de las cortinas del salón y de ahí a la alfombra... Abrí la puerta de la casa y salí al frío intenso de la noche... En poco tiempo todo era una gran antorcha que relucía, sonreí y sentí la presencia de mi verdadero padre a mí espalda... Él es el grande, el amado... Él es Satán.

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