Anoche empezaron las fiestas del barrio y después de ejercer de abuelos durante dieciocho días la verdad es que teníamos ganas de tranquilidad. La cosa empezó con un pasacalles y Juanan, poco amigos de estos alborotos, dijo que por qué tenían que pasar por la calle. A ver nene - le dije con el amor con que le hablo siempre - es un pasacalles y si no salieran a la idem sería más bien un pasapasillodecasa. Empezamos a comer y cada gigante que pasaba nos decía : buen provecho... Buen provecho... Buen provecho. Así hasta siete, a los cabezones no llegamos a verlos. La banda estaba compuesta por un tambor, una trompeta y una carraca e interpretaban un mix de canciones de semana santa y perreo, bueno, eso intuí porque el ritmo dejaba bastante que desear. Después empezó el espectáculo en sí que era Paco, el tonto del barrio y no por ninguna discapacidad, cantando Ay Campanera y ahí fue cuando me rasgué las vestiduras, es decir, el pijama, cerré todas las ventanas de doble cristal y me fui a la cama hasta la próxima fiesta.
sábado, 2 de septiembre de 2023
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La vida
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